Café sobre cenizas, pecho
encogido, cerebro sujetado por un brazo suspendido en la ignorancia.
Ignorancia, no saber, no
entender, no sentir, no es vivir.
Ojalá pudiera morir
tranquilamente. Que la muerte fuese el único acto espontáneo de vida.
Otra cosa no se hacer. Todo
retuerce el interior.
Desde siempre, Antes fue
activamente, dando, regalando, inundándome por dentro y no parándome por fuera.
Secando y sacando impulsos, deseos, sueños, verdades. Se acabó por imposible y
la luz vino a visitarme.
Fueron momentos de esperanza,
de calor, de abandono en manos de Dios. ¡Qué segura me sentía! ¡Qué limpio,
claro y merecido era todo!
Vivía con y en la tierra. Por
fin integrada, amando y amada. Los elementos estaban en su sitio.
Desafié a la razón, vivía con
pasión
Desafié la ley, vivía en
libertad.
Reí de los dolores, ya los di
por fantasmas.
Burlé los objetos, no hacían
falta, y
di las gracias. Sí, sobre
todo y ante todo di las gracias.
Pero un día sin complejos,
volví atrás y miré en el espejo.
No era un espejo vulgar, era
el espejo de las cuentas pendientes.
Y allí en ese instante se
acabó el amor grande y generoso.
Lo que vi me paralizó otra
vez.
¿Qué vi? Agujeros dentro de
la mente y del cuerpo.
¿Cómo eran esos agujeros?
Más negros que los recuerdos
Confusión
Torpeza
Vaguería
Imprudencia
Inclemencia
Indefinición
Falta de concreción
Sensibilidad desperdiciada
Dulzura no expresada
Brazos muertos
Cabeza nublada
Músculos amorfos
Desidia
Pobreza
Y aún perdida no les di la
espalda…Eran feos y yo los miraba entre asustada y extasiada. Si, cuanto más
los miraba e incluso acariciaba, más brillo había detrás de los agujeros.
Porque detrás, en el fondo, fondo, fondo, hay otro espejo. Por momentos la
ceguera por lo negro, impide verlo más tiempo,,,, veo cualidades bellas en ese
reflejo. Veo que lo ya buenamente vivido es lo que también se ha sido. Veo que se puede vivir apreciando cada instante, la expresión, el don para crear, crear algo
todavía indefinido, una obra con muchos hijos.
Si esto también lo veo y
entonces sonrío y me doy un regalo, un beso, un polvo o un atraco. Después otra
vez las limitaciones aparecen. Son Fuertes y tan, tan negras que roban lo bello
y devuelven su reflejo, Entonces es cuando quiero morir otra vez. Todo adquiere
más velocidad, de un momento a otro ya no hay tiempo que pase. Ahora viven
juntos y marean y mareo y es un vértigo que se ha de pasar.
Lo malo es que cada vez que
muero muere algo de lo que me envuelve y que quiero y eso vuelve a doler, a
hacer daño.
¿Será este el proceso del vivir?
Parada. Unas veces con angustia, otras con tristeza, y otras simplemente serena
sintiendo como todo el mundo imaginario se rompe en pedazos.
Por fuera sé que puedo tener
aspecto zombi, por dentro estoy más viva que nunca.
Es una contradicción, lo sé,
pero parece que es lo que ocurre cuando miras los espejos de la vida. Esos
espejos que sólo uno los puede ver y que son muy jodidos de entender. Requieren
soledad, nada más y Silencio, y que te apasione y aprisione la magia… Sino
¿cómo te vas a parar a mirar por un espejo tan especial?
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