San Jordi fue el
héroe que venció a los dragones, por eso sigue estando vivo en nuestra cultura
y tradición.
Todos sabemos que
los monstruos pertenecen a nuestra psique, y que en nuestra alma tenemos el
poder de vencerlos y combatirlos.
¿Cómo se
materializan y de qué color son?
Se manifiestan cuando
no podemos ver la vida con cualidades positivas. Entonces, el horror y el
terror se apoderan de nosotros, enviándonos mensajes de caos y muerte.
Ansiedad, nerviosismo, paranoias, irritación psíquica, histeria, furia,
anulación, desprecios e incapacidad para asimilar el momento en que estamos,
con sus manifestaciones físicas.
Es nuestra
responsabilidad está el apartarlos de nuestra mente, para eso tenemos las
espadas de luz (pensamiento lúcido), que no son otras que el amor, la comprensión y la tolerancia.
Lo irreal de los
pensamientos son sus ralladuras. Si podemos observar que los dragones
monstruosos pertenecen a nuestras carencias y creencias, los distanciaríamos y los
disolveríamos para evitar su influencia nociva y destructiva.
La batalla de San
Jordi es eterna, ya que por mucho que avancemos tecnológica y científicamente,
las sombras y los miedos están ahí para ser combatidos. Si los percibimos como
lo que son y los apartamos de nuestro cerebro, habremos ganado la batalla. Si
los alimentamos y nutrimos dándoles el poder de gobernar nuestra vida, entonces
cada vez se vuelven más grandes y feos. Pueden incluso adueñarse de nuestra
identidad como personas, dejando de ser humanos.
Por eso hay que
ser un héroe o un santo para enfrentarnos a nuestros pozos oscuros y temibles.
Hay que pedir al cielo que nos inspire
para no ignorar que las leyendas son reales.
Tenemos mucho
potencial de energía psíquica y el empleo que hagamos de ella, es responsabilidad
nuestra.
A favor de los ≪pobres≫ dragones hay que
decir que, en otras culturas, son los mensajeros de los dioses.
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