5 días
de bronca en Palamós.
Dentro
de lo que es el verano, este es fuerte en emociones intensas.
Cuando
desde la quietud y el ayuno, porque llevo desde que llegué ayer a pan y queso, observo lo que he vivido en estos días, me sorprendo. Seguimos kaminando hacía la libre
independencia. La mía emprender el trabajo de mi vida. Vender mis libros, mover
mi blog y moverme yo. Buena onda y con ganas de cambiar de ambiente.
Desconecto
de la red y me voy a la costa brava.
Ya dije que el intento de las vacaciones se iba a basar en el entendimiento de las dos perras que iban a compartir espacio y comida por primera vez. Keka, fox-terrier boca cocodrilo. Cornelia , lo más suave de la calle.
Cornelia
y keka han demostrado ser unas magníficas ami-enemigas. Ninguna se ha
acomplejado y se han marcado su territorio todo lo que han querido y más.
El
primer día en su primer contacto cuerpo a cuerpo. Sin correas, ni bozales ni
cadenas. A coronelía se le cayó el
diente que se le movía desde que se tiró horas con un hueso de cordero. A Cornelia
le sangró una pata en la parte del dedo ese que no usan los perros.
Segundo
día. Keka con bozal tipo "silencio de los corderos". Cornelia con bozal tipo" zorro."
Tercer día.
División de territorios obligada. Turnos para estar en casa y proteger las
puertas.
Cuarto
día. Pasando de los perros y nos vamos a comer a Tamariu. Buen baño, buena
agua, buen tvo en la playa, buenas tapas… Por la tarde me llevo a las dos a
kaminar juntas y me caigo por la escalera de la iglesia. Cojo las riendas, ósea
correas de las dos y bajo dignamente el resto de la escalera. Paseo de 2 horas sin ninguna bronca.
Quinto
día. Pelea de gallos, peleas de perro y peleas de humanos. La casa se convierte
en polvorín nocturno y acabamos a gritos los cinco humanos y los dos perros,
incorporándose el vecino del segundo.
Sexto día…
consigo estar en mi tiempo de vigilancia perruna y separación humana tranquila y feliz… Dejo a las chuchas sueltas y sin bozales. Cada una a lo suyo circulando por la
casa con libertad. Llegada de la tropa y mega-pollo en la escalera. 3 mayores, 2 niños y dos perras. Follón del
bueno. Seguimos, como si no hubiera pasado nada y por la noche las sacamos mis
sobrinos y yo. Les demuestro que pueden ir sin correa y no pasa nada. No pasa
nada hasta que keka ve a una perrita maltesa y le muestra que es como el lobo
feroz, pero sin el cómo.
Al día
siguiente… me levanto temprano, 6.30h para despedirme del pueblo. Saco a Cornelia
y cuando vuelvo a las 2 horas mi madre me ataca en la yugular por un “meao” de
de perro en la cama. Le digo que ha sido keka… keka un
día se hizo pis en la alfombra de Cornelia, porque Cornelia se estiró en la
cama de keka. Otra bronca asegurada.
Otra tormenta de truenos. El polvorín
encendido, el vecino del 2º infartado y un deseo de parar la bronca urgente.
Tan urgente como la necesidad que tenía de cambiar de paisaje.
Séptimo
día. Supongo que es hoy, porque he
necesitado mucho silencio para asimilar tanto jaleo. Lo sorprendente es que keka se la podía haber
cargado unas cuantas veces y Cornelia se podía haber escondido debajo del
sillón y no lo ha hecho.
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