Este micro-relato lo envíe, cómo todos los que escribo a un concurso... los otros son para la radio (ser), este era para el valle del Jerte, Extremadura.
-Oye cereza
picota roja del valle del Jerte, ¿a dónde te llevan a ti?
-Yo voy a
Finlandia, al país del Reno que vuela y viene en invierno. Mi dulzura, mi sol,
y mi tierra le dan felicidad y fuerza.
-¡Qué bien!,
yo soy manzana verde. Un poco ácida y dura de pelar.
-Pues yo soy
divertida. Las niñas me suelen colgar de sus orejas para lucirme como
pendientes, siempre vamos en pareja y hay veces que nos cocinan y nos
convierten en pasteles de “teta”.
-Ya me lo han
dicho las naranjas, qué de vosotras, picotas cerezas, no se desperdicia nada.
-Es verdad,
hasta de nuestros huesitos se pueden hacer collares o usarlos como fuente de
energía renovable y barata… somos cómo la tierra extremeña, de flor tardía y
recogida temprana. Sólo te diré una cosa más antes de despedirnos. Ser cereza
picota es dar amor a las bocas. Por eso la madre tierra nos protege y los
humanos nos bien-dicen. Bueno, ¡buen viaje! Nosotras nos bajamos aquí, seguimos
el viaje pero es hora de pasar a primera.
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